08 agosto 2010

Toronto, el mejor de los recuerdos
Guillermo Cañas desde su blog comparte sus emociones
“Guillermo Cañas formó parte de la generación conocida como la Legión Argentina y es uno de los tenistas más reconocidos de su país. Hizo su debut como jugador profesional en 1995 y llegó al octavo puesto de la clasificación mundial de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) en 2005 y en 2007. Ganó un total de 18 títulos en singles, de los cuales 11 fueron Challengers, 6 del ATP Tour y un ATP Masters 1000. Se retiró en 2010 y ahora se dedica full time en Estados Unidos a su academia, situada en Key Biscayne, Florida, en Crandon Park, sede del Sony Ericsson Open. Para más información, visítanos en www.canastennisacademy.com”

KEY BISCAYNE -- Bienvenidos a este espacio, en el que voy a tratar, semana a semana, de contarles mis sensaciones en relación al mundo del tenis, en pasado, presente y futuro.

Éramos tan jóvenes: Guillermo Cañas y Andy Roddick tras la final de Toronto en 2002.
Y para empezar, qué mejor que esta semana, en la que empieza el torneo en el que conseguí el título más relevante de mi carrera.
En el 2002, cuando llegué a Toronto, tuve una preparación particular. La verdad es que arribé mucho tiempo antes de que empiece el torneo: de hecho llegué el jueves por la mañana. Venía de una gira de polvo de ladrillo muy larga e iba a ser mi primer torneo en cancha dura.
Toronto es un campeonato diferente porque la superficie es más rápida que en el resto de los Masters 1000. Hay un poco de altura, y aunque no se siente, no es tanto en lo físico, sino en que cambia bastante la velocidad del juego.
Personalmente, ese año venía jugando bastante bien. Venía de jugar la final la semana anterior en Stuttgart, y llegaba con mucha confianza.
Pero si les soy sincero, cuando vi el cuadro el día sábado pensé que sería en vano. Tenía, en mi opinión, el cuadro más duro del torneo. Todos preclasificados en mi futuro, y no me veía mucho, justamente, futuro.
Era de por sí un camino muy largo que comenzaba nada más y nada menos que con Roger Federer. Si bien es cierto que no era el Federer número 1 del mundo que fue después, ya estaba entre los 10 mejores del mundo (era exactamente el 10) y siempre es complicado enfrentar de entrada a alguien así.
Pero jugué un muy buen partido, estuve sólido con la devolución y pude ganar en dos sets. Aunque era sólo el comienzo: la cosa sólo se puso más difícil de allí en adelante...
Mi próximo escollo era el tailandés Paradorn Srichapan, cuya carrera se vio acortada por lesión: en ese momento estaba 60°, pero en algún momento él también fue top ten. Sin embargo mi confianza iba en ascenso y también lo pude sortear en sets corridos.
No obstante mi cautela era evidente, porque al no estar sembrado, después de cada paso venía un rival todavía más grande y más complicado. Sin ir más lejos, el ruso Yevgeny Kafelnikov, que era quinto preclasificado, fue el próximo.
Aunque parezca extraño tratándose de un ex número 1 del mundo, siempre me había ido bien con el ruso, así que entré muy confiado a la cancha y eso se reflejó en mi cómoda victoria.
Con cada triunfo venía una inyección anímica, y la iba a necesitar ante el número 2 del mundo Marat Safin, quien se quería vengar de la derrota de su compatriota en la ronda anterior.
Ya en esa instancia recuerdo que me preguntaban si me veía para ganar el torneo o al menos llegando a la final, y la verdad es que me reía porque ya había sido un torneo durísimo. Y si bien le había ganado a dos top ten, para apenas pensar en el escenario de la final, debía ganarle a otros tres entre los primeros 10 del mundo.Pero evidentemente era mi semana: pasé a Safin también en dos parciales. Estaba en semifinales por primera vez en ese tipo de torneos y no había perdido ningún set a pesar del complicado draw.
Me tocaba el alemán Tommy Haas, número 3 del mundo, quien venía jugando muy bien y acababa de derrotar a Pete Sampras. Yo estaba muy motivado, el solo hecho de pensar en estar en una final en un Masters 1000 me alimentaba por dentro.
Fue un partido muy luchado con Haas y con él perdí mi primer set del campeonato. Todavía recuerdo como si fuese hoy lo que sentí cuando estaba sacando 6-5 arriba en el tie-break definitorio. Quería que la tire afuera y ganar el punto sin esforzarme, y creo que mi segundo servicio fue tan lento que lo sorprendí y falló la devolución.
Estaba en una final de Masters 1000, pero no me podía conformar y tenía que dejar todo por intentar coronar mi semana soñada.
Mi rival era Andy Roddick, entonces número 12 del ránking, una promesa o ya realidad del tenis norteamericano, que también había llegado por primera vez a una final de este calibre. Eso ayudó mucho desde el punto de vista de la mentalidad.
En cuanto a lo táctico, creo que planteamos un partido perfecto. Andy es un jugador al cual le gusta ir a su ritmo, sobre todo cuando está sacando, y por eso intentamos jugar nuestro partido, dictando los tiempos del mismo.
Lo incomodamos mucho y se terminó dando lo impensado. Así culminó la mejor semana de mi carrera, y con un draw tan complicado que ni al día de hoy recuerdo haber visto uno parecido.
En retrospectiva, fueron cuatro top ten en ese entonces (los seis llegaron a serlo alguna vez), cuatro tenistas que llegaron alguna vez a ser número 1 y un orgullo incomparable al convertirme en el único argentino en ganar un título de Masters-Series, ahora conocidos como Masters 1000.
En fin, como les decía al principio: no hay manera más agradable de empezar este blog que recordando un título tan lindo como fue el que logré en Toronto. Los espero por acá cada semana, para seguir compartiendo lindos momentos. Hasta la próxima.
Fuente: http://espndeportes.espn.go.com/blogs/index?name=guillermo_canas

1 comentario:

  1. Cañas!!!! siempre me gusto tu juego sobre todo cuando esquivabas el revés!!!ja Genio!!!!

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