18 octubre 2010

Murray derrotó a Federer en Shanghai, logró su 16° título de ATP y el 6° Masters 1000

BUENOS AIRES -- Volvió a avisar que está agazapado, más agresivo y confiado, y por eso fue el último en sonreír. Andy Murray, ese talentoso e inteligente escocés, cuyo sello distintivo es su solidez y su capacidad para variar los ritmos de juego, le ganó otra final a Roger Federer, aumentó su paternidad deportiva sobre el suizo y logró, en Shanghai, su 16° título y el 6° de la categoría Masters 1000, la escala siguiente a los Grand Slam.
A los 23 años, Murray continúa siendo el N° 4 del ránking mundial de la ATP y, si bien no consigue dar otro salto importante en la lista, ratificó en suelo chino que está firme en la elite del deporte blanco. El mismo británico que supo ser tan criticado por su gestos adustos y su falta de simpatía es muy elogiado por su regularidad en el alto nivel. Está claro que él se desvive por obtener su primer Grand Slam, pero mientras no baja los brazos y sigue en la pelea.

De esta manera, Murray supera 8-5 a Federer en los enfrentamientos personales, ya que lo complica con su incesante búsqueda del revés del helvético, lo incomoda haciéndolo pegar mucho con ese golpe y luego lo exige a tirar "manotazos" con la derecha a la carrera. Como si fuera poco, devuelve y se defiende muy bien y ataca con criterio. En definitiva, le tiene en gran parte tomada la mano al suizo, quien no se siente a gusto en esta clase de duelos.
El agregado que mostró el escocés en Canadá y repitió en China es que fue más agresivo, intentó acelerar mucho más con su revés de dos manos de manera cruzada, para poner aún más en aprietos al ex N° 1. Y, obviamente, a Federer le gusta tomar la iniciativa y dominar con su drive, en lugar de encontrarse en posición de espera, más a la defensiva, ya que Murray buscó pegar primero desde el saque o bien a partir de la devolución.
Así y todo, la gran espina del británico frente al helvético sigue estando en las finales de Grand Slam, ya que cayó en el US Open 2008 y en el Abierto de Australia 2010 sin ganar un set. Esa barrera, desde el aspecto mental, aún no pudo sortearla. Igualmente, volvió a brillar en una definición de importancia, en un Masters 1000, y continúa dejando en claro que tiene las armas para complicar y vencer a Federer.
Murray sigue demostrando que las canchas de cemento son sus favoritas, al punto de que 14 de sus 16 títulos los logró en ese piso duro. Es más: todas sus coronas y además las ocho finales perdidas fueron en superficies rápidas.

Pero no le será sencillo. Para eso necesita mantener una altísima regularidad y ser muy agresivo a la hora de enfrentarse con los que lo preceden en la ATP.
Para Federer, que cedió el trono ante Nadal (campeón esta temporada en Roland Garros, Wimbledon y el US Open), este año viene siendo muy discontinuo y se nota que todo pasa por su motivación. Después de coronarse en enero en Australia, perdió cuatro finales (Madrid, Halle, Toronto y Shanghai) y sólo festejó en Cincinnati. Así y todo, es consciente de que es clave, para no perder las ganas y la confianza, seguir llegando a las instancias finales y estar entre los cuatro mejores del ránking.
Para el suizo, de 29 años y acostumbrado a ser el dominador, es un momento para no caerse. Igualmente, sabe muy bien que, sin ser el de sus años dorados, llegó al menos a las semifinales en siete de sus nueve últimos certámenes jugados, aunque el problema es que precisamente no arribó a semis en Roland Garros y en Wimbledon, cayendo en ambos casos en cuartos de final. Así fue que se le cortó su histórico récord de 23 semifinales consecutivas en los Grand Slam.
Federer, el dueño de la marca mundial de 16 coronas en los 'Majors', buscaba igualar a Nadal con 18 títulos en los Masters 1000, pero esa posibilidad no se dio y deberá esperar a la cita del mes próximo en París. Es que cometió 30 errores no forzados contra Murray y desaprovechó sus seis chances de break-point, mientras que el escocés le quebró el saque en cuatro oportunidades.
En tanto, Mónaco se merece un párrafo aparte, ya que nunca antes había podido escalar tanto en un campeonato tan grande. Luego de 33 torneos Masters 1000 jugados, el ahora líder argentino en el ránking fue el invitado de honor a las semifinales. Había sido cuartofinalista en Roma 2009 e Indian Wells 2010 y esta vez fue noticia al eliminar en cuartos al austríaco Jurgen Melzer, el inesperado verdugo de Nadal en octavos. Igual, todos los flashes se los llevó Murray. Y con absoluta justicia.

Fuente:Gustavo Goitía, editor de ESPNdeportes

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